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David TruebaDAVID TRUEBA
Director de cine

MANTENERSE EN PIE

Siempre me han fascinado los ejercicios de resistencia. Cada mes nace un profeta que nos da lecciones sobre por dónde discurrirá el futuro. Son los que hablan del final de los periódicos en papel, del declive del libro, de la desaparición del disco. Es estupendo escucharlos y reír un tiempo después. A mí me gustan los resistentes, los que no pierden la fe ni el empeño. Hay un caso que me resulta sintomático, el de los vinilos de música. Hace unos meses acompañé al cantante Francisco Nixon en una pequeña gira por ciudades españolas que grabaríamos para una película portátil, Salir de casa. La meta era llegar a la pequeña fábrica de Castellón donde unos chavales esforzados y listos fabricaban vinilos con el master original. Antes de empezar a grabar el proyecto, pensábamos que el único sitio donde se fabricaban vinilos eran un rincón cercano a Praga, así que nos sorprendió esta resistencia numantina de unos españoles. Porque el caso de la empresa checa es digno de darse a conocer. La empresa se llama GZ Media y está situada en un pueblo a veinte kilómetros de Praga.

Cuando la fabricación de discos de vinilo se hundió por la llegada del CD nadie podía imaginar que con las descargas digitales y la revolución industrial, sería el vinilo el único en salvarse de los soportes tradicionales. Es un salvamento que tiene que ver con la estética, fundas grandes, arte más disfrutable, sonido sin tanta compresión, mayor duración en el tiempo y un valor nostálgico que han recuperado también la foto analógica y el Super 8, por citar otros ejemplos de muertos revividos. El año pasado, según datos oficiales, solo en la fábrica checa se manufacturaron 25 millones de vinilos.  A ello habría que sumarle los que se fabrican en lugares similares de Alemania o Estados Unidos y los pocos que logran sacar adelante en Castellón, un rincón más artesanal y bienintencionado. Pero la fábrica checa se lleva además el pastel de algunas de las producciones en vinilo más vendidas, como las del catálogo de los Rolling Stones o U2  y su gran éxito hasta la fecha, el Black to Black de la genial Amy Winehouse.

Pero quizá el dato más sorprendente es que la fábrica checa da trabajo a dos mil empleados y ni siquiera en los grandes tiempos, cuando era una firma estatal bajo la dictadura comunista llegó a contar con más de quinientos operarios. Pero no se confundan, esto no quiere decir que el vinilo vaya a representar el consumo masivo de música. Hoy por hoy ese privilegio lo tiene la multinacional Youtube, propiedad de Google, que como todos saben es el servidor que utiliza la mayoría de la población para escuchar la música, asociada a vídeos a veces caseros o simples portadas de discos que contienen detrás el álbum completo colgado para quien disfrute así de la escucha. Es decir, el mundo está majareta, pero siempre hay un tanto por ciento pequeño de personas que aman las cosas, que deciden, a lo mejor, comprar tan solo un disco al mes, pero lo hacen con placer y disfrute, con la decidida moral de saborear el alma de los objetos que esta vida nos regala.

La resistencia al cambio no tiene nada de virtuoso. Vemos ejemplos cada día con la intransigencia sobre todo moral de las religiones y el poder político. Lo interesante es quien resiste por placer, porque disfruta de algo que no quiere suprimir de su vida pero tampoco imponer a los demás. No es raro, que en el camino duro y pedregoso de su aguante, acabe hermanado con tantos otros que se reencuentran en ese mismo placer. No hay que escuchar demasiado a los profetas ni a los expertos en progreso, sino escuchar un poco más al propio corazón, dejarle que te dicte cuáles son esas cosas que aún disfrutas y esforzarte porque nadie te las robe del todo. En los momentos de cambio es cuando más aprecia uno ese rescate, porque todos andan enloquecidos y sin rumbo, y gozan de más éxito los videntes y los listos, que indefectiblemente, son la gente que más se equivoca del mundo.

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